miércoles, 13 de julio de 2011

Y es que no se puede vivir con miedo.

Aparcó el coche enfrente de su portal. Más de dos o tres veces intentó abrir la puerta y salir de él, caminar haia el portal, llamar al piso y decirle que la quería. Que necesitaba estar con ella. Pero tenía miedo. Miedo a equivocarse.
El miedo más común entre los mortales.
El miedo a fallar, al fracaso. Mil veces hemos escuchado que hay que arriesgarse, pero ¿Quién de verdad lo hace?
Pero entonces pensó en su sonrisa, en sus ganas de vivir, en lo muchísimo que la quería, y eso, le dio fuerza para levantarse y llamar a aquel portal.
Y es que no se puede vivir con miedo. Y menos con miedo al error. Porque nunca sabrás lo que podría haber sido.

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